Sobrevivir a tu primer half

Fueron días de sacrificio (la realidad es que nunca se han ido), de mucho trabajo en solitario y con el Team, de renunciar a algunas cosas y de apretar los dientes. Pero valió la pena. Vaya que sí. La sensación de cruzar la meta tras meses de trabajo y que todo salga bien es impagable. Abrazar a tu mujer y a tu hija y leer los mensajes de la gente que te quiere tras conseguir tu primer half es la felicidad plena. Ahí sí que no hay dolor. Eres Finisher para siempre y todo da igual.

Elegí debutar en el  Infinitri Half Triatlón de Peñiscola huyendo del calor. Mi amigo Álex Requena se estrenó allí y me dijo que era la mejor opción. Es un tío listo. Nunca falla. 2 de abril, la temperatura perfecta para pedalear y correr, pero primero había que nadar… y el agua estaba congelada. Pero era mi estreno, no había dolor.

El viento obligó a cambiar el circuito de natación. Media hora de retraso en la salida y ya había calentado, bueno calentar… me había tirado al agua y había completado 400 metros. Los pies se llevaban la peor parte de ese líquido que me esperaba a 16 grados. Pero era mi estreno, no había dolor.

Nade mal. Nervios, frío, mala posición en la salida… desconozco el motivo, pero sé que puedo nadar mejor. Pero era mi estreno, no había dolor, y ya estaba enfilando la primera transición. Llegaba, la bici, lo mío, el segmento donde el mister Marcos Greus me había insistido tanto: “No te cebes, regula, después hay que correr”. Salimos de Peñiscola y el viento frontal era brutal. Ráfagas de 60km/h. Era la guerra, cada uno intentaba salvarse como podía, pero yo estaba bien. Las sensaciones era buenas. De hecho tiraba de un par de tramposos que, parece que no tenían claro el tema del drafting. A pesar del viento firmo una digna media de 30,7 Km/h, 165 pulsaciones de media. No me había cebado. La cosa marcha. Dolor ¿Qué es eso?.
Sí ya estoy corriendo, ya sólo me quedan 21 km de carrera, intento buscar mi ritmo, intento ir con alguien que vaya al mismo ritmo que yo, y ahí estoy corriendo a 5min/km (ritmo que tenía en mente que iba a correr). Ni una parada técnica para vaciar el depósito me afecta.

Me sentía bien, fuerte… mi cuerpo estaba respondiendo de forma positiva a pesar del desnivel del circuito.

En la segunda vuelta llega el muro. Sabía que estaba ahí. Ya eran 4 horas de esfuerzo y la cosa se empieza a poner cuesta arriba (nunca mejor dicho). Toca tirar de casta. Pensar en la horas de trabajo, en tu familia que te está esperando en la meta, en el Team… Y así van pasando los kilómetros. Llega el tramo de la arena por segunda vez. Ahí te felicitas de la apuesta por un buen calzado y los Sporcks. Sales de la arena. Últimos kilómetros. Entras en el pueblo y la gente te anima, vuelve tu ritmo de competición y sabes que ya lo tienes. Ahí está Mireia y la nena. Eres un finisher. No duele nada, solo hay paz, alegría, cerveza… y ganas de que llegue el Ironman 70.3 Mallorca.

TEXTO: M.Á. Rodríguez

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CADA KILOMETRO CUENTA Y POR ESO ESTOS SON LOS MODELOS QUE NUNCA ME FALLAN EN LAS CARRERAS...